Facundo Macarrón era adolescente, era gay, pero no se lo había contado ni a sus padres ni a su hermana. Al poco tiempo de asesinada su madre, Nora Dalmasso (51), un diario local publicó que le gustaban los hombres. “No era lo que esperábamos de vos“, le recriminó entonces Marcelo, su padre, en un gesto que hoy admite como “una locura”. “Me sacaron del closet a patadas”, recuerda hoy Facundo.
Valentina Macarrón estaba estudiando en Estados Unidos cuando la llamaron por teléfono. Le pidieron que volviera a Córdoba porque su mamá estaba mal, sin detalles. Llegó luego del entierro y cuando intentó visitar su tumba, decenas de camarógrafos la rodearon en el cementerio. Ni sus gritos de “por favor” los alejaron.
Marcelo Macarrón, ex estrella del rugby cordobés, el macho alfa que se había casado con la mujer más linda de Río Cuarto, fue perseguido hasta que dio una conferencia de prensa donde debió contestar cómo se sentía en relación al vínculo extra matrimonial que Nora tenía con uno de sus amigos.
Facundo y Valentina estaban en casa de de su abuela mirando televisión, nada en particular. De pronto, el canal emitió un alerta por un material exclusivo y ante sus ojos apareció el cuerpo desnudo de su madre, con la piernas abiertas y ahorcada con el cinto de su bata de baño. “No miren, no miren“, les dijo la abuela. Ya era tarde. La habían visto.
Una familia destrozada por un crimen, un duelo que no pudieron hacer, una Justicia que se empecinó en apuntarlos y, sobre todo, los medios, los periodistas, la noticia, el acoso.
De eso trata “Las mil muertes de Nora Dalmasso“, la miniserie documental de tres capítulos (de menos de una hora cada uno) que Netflix acaba de estrenar.

La historia es conocida: Nora Dalmasso fue violada y asesinada cuando estaba sola en su casa de Villa Golf, en Río Cuarto, el 25 de noviembre de 2006. Tras muchas hipótesis -incluso la detención de un “perejil”-, en el último capítulo del documental se llega a contar la imputación contra el parquetista Roberto Bárzola (45).
Bárzola quedó seriamente implicado por las pruebas de ADN en diciembre de 2024. El documental ya estaba en su producción final cuando esto ocurrió y se nota. Pero tampoco importa tanto.
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Las mil muertes de Nora Dalmasso
El material de Netflix no pretende resolver el caso, sino mostrarlo desde los ojos de los Macarrón: Marcelo y sus hijos Facundo y Valentina.
Los que busquen una novela de Agatha Christie no saldrán satisfechos. La trama gira en torno a la familia y en eso acierta al mostrar muchísimo material nunca antes visto: desde todo tipo de videos caseros hasta registros de las primeras horas tras el hallazgo del cuerpo. Se puede espiar una intimidad cuidadosamente seleccionada.
El gran mérito del equipo liderado por el director Jamie Crawford (Fiasco total: Woodstock 99; Prince Andrew: Banished y America: Promised Land), con producción de Pulse Films, es haber convencido a los Macarrón de hablar largo y tendido por primera vez.

Y, aunque algunos tramos de raconto documental se vuelven algo tediosos, vale la pena escucharlos a los tres, cada uno con su vivencia y su trauma. Sus relatos conmueven y ponen en el banquillo de los acusados a los fiscales del caso pero, sobre todo, a los periodistas.
Al menos a lo largo de los tres capítulos editados, es evidente y palpable el enojo con la prensa y, particularmente, con la prensa riocuartense.
Claro que los fiscales no salen bien parados y, de hecho, la familia pidió el juicio político para tres de ellos: Javier Di Santo, Daniel Miralles y Luis Pizarro. Ellos se negaron a incluir a Bárzola en el listado de sospechosos, aunque hasta el FBI lo había recomendado. En su lugar enfocaron todos sus cañones contra Facundo, y luego contra Marcelo Macarrón.

A Facundo lo acusaron de haber penetrado con su dedos a su madre y luego matarla en una discusión por su condición sexual gay. Todo esto, además de absurdo, cuando él no estaba en Río Cuarto, sino en la ciudad de Córdoba, donde estudiaba.
Al joven lo imputaron por un ADN incompleto que fue el mismo que se utilizó luego para llevar a juicio a Marcelo Macarrón. Primero los fiscales sostuvieron que había tomado un avión fantasma (ida y vuelta) de Punta del Este -donde estaba jugando un torneo de golf- a Río Cuarto y que había matado a Nora porque lo engañaba.
Cuando fue evidente que los tiempos no daban, lo acusaron de contratar a sicarios. Todo se cayó en el juicio oral en el que la propia fiscalía pidió la absolución.

Poco tiempo después, en una tarea de reconstrucción por “la verdad”, un nuevo cotejo de ADN ordenado por el fiscal Pablo Jávega señaló a Bárzola, quién aun hoy pelea por ser sobreseído por prescripción.
Hasta ahí el caso. Pero “Las mil muertes de Nora Dalmasso” tiene otro mensaje, un mensaje de alerta a la prensa sobre la locura que se lleva puestas vidas.
Ocurrió con el caso Dalmasso, pero también en el de Natalia Fraticelli, María Marta García Belsunce y hasta en de Ángeles Rawson, en el que, aunque no caben dudas de que el culpable fue el portero Jorge Mangeri, aun hoy mucha gente mira de reojo al padrastro Sergio Opatowsky, señalado por la prensa.