Se traga una cápsula, dos, diez. Sin parar. Así hasta llegar a 90. Cada cápsula vale unos 100 dólares en el bolsillo de la “mula”. Cada una tiene entre 7 y 10 gramos de cocaína. Si alguna si se rompe, es la muerte asegurada. Una muerte horrible, que quema por dentro.

Esta es la historia de los “ingestados” o “capsuleros” y particularmente la del peruano Diego Edson Morales García (30) que protagonizó un caso insólito el pasado 24 de mayo en el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, de Ezeiza.

Allí fue detenido luego de que la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) lo pasara por un escáner y detectara que su cuerpo estaba lleno de bultos. Lo curioso del caso, lo inédito, fue que Morales García tenía una infernal ruta de 36 horas por delante ya que había salido con la droga desde Perú. Argentina era sólo una escala.

Cayó una “mula” con 90 cápsulas que contenían 698 gramos de cocaína.

De acuerdo a la reconstrucción de la causa, el peruano llegó al Aeroparque Jorge Newbery a las 7.30 desde Lima en un vuelo de Sky Airlines. En Aeroparque hizo tiempo hasta las 12.30, momento en el que tomó un taxi rumbo al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde llegó 13.45. Su plan era tomar otro vuelo -el 0511 de Lufthansa- rumbo a Milán, previa escala en Frankfurt, que saldría a las 16. Pero lo descubrieron.

Las cámaras de seguridad de ambos aeropuertos, revisadas por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), mostraron que la “mula” nunca se juntó con nadie.

Además en la causa, a cargo del juez en lo Penal Económico Marcelo Aguinsky, declaró el taxista que lo llevó de Aeroparque a Ezeiza: juró que no hubo una parada en ningún lado, que el pasajero fue directamente de un lugar al otro y ni siquiera habló por teléfono.

Las cápsulas pueden romperse y causar una muerte casi instantánea.Las cápsulas pueden romperse y causar una muerte casi instantánea.

¿Qué quiere decir esto?

En principio, algo simple y terrible: que Diego Edson Morales García encaró un Lima (Perú) un viaje de un día y medio (pasando por cuatro aeropuertos) con sus entrañas llenas de cocaína. Eso, sin comer y lleno de pastillas de carbón para no expulsar la droga antes de tiempo.

El hombre fue descubierto porque su recorrido llamó la atención de la PSA, al igual que su flamante pasaporte y su inocultable nerviosismo cuando lo apartaron para revisarle el equipaje. Tras las reveladoras imágenes del escáner, quedo detenido y fue internado en el Hospital de Ezeiza.

Los ingestados son la cara más cruel del contrabando de drogas.Los ingestados son la cara más cruel del contrabando de drogas.

Morales García permaneció cuatro días en terapia intensiva, de manera preventiva. En ese tiempo expulsó 90 cápsulas que pesaron 698 gramos de cocaína. Durante esos cuatro días, un policía permaneció a su lado acompañándolo al baño y haciendo un acta para por cada deposición.

Recién el pasado jueves 29 Morales García fue indagado por el juez Aguinsky. Se negó a declarar y a brindar la clave de acceso de su teléfono celular. Ese mismo día, el juez -con amplia experiencia en el manejo de este tipo de casos- lo procesó con preventiva y le dictó un embargo de 48 millones de pesos.

“Su audaz protagonismo encierra un riesgo mortal a su salud, teniendo en cuenta las casi 36 horas en que hubiera transportado en su organismo el casi centenar de cápsulas de cocaína transformando cada una de ellas en una virtual bomba de tiempo“, dijo el juez en su resolución.

En el fallo también consta un detalle revelador: Morales García ya había concretado un viaje extraño el año pasado. Hizo Lima, Buenos Aires (Aeroparque/ Ezeiza) con destino final Estados Unidos en un vuelo de Delta Airlines. Aunque es imposible asegurarlo, la PSA cree que en ese viaje llevó droga y logró “coronar”.

El drama de los capsuleros

Hace una década, los ingestados fueron un boom. Las organizaciones narco no sólo las usaban para sacar cocaína a Europa o destinos más exóticos, sino también para entrarla a Argentina desde Bolivia o Perú.

La modalidad dio paso luego al contrabando a través de correos privados pero, según los especialistas consultados por Clarín, desde hace dos años el número de capsuleros detectados en Ezeiza se viene incrementando nuevamente.

Según los especialistas, los "capsuleros" están aumentando.Según los especialistas, los “capsuleros” están aumentando.

En su momento, fueron muy impactantes las escuchas a la banda del peruano Marco Antonio Estrada Gonzáles -alias “Marcos”, capo de la villa 1-11-14 del Bajo Flores-, en las que dos cuidadores relataban con desesperación cómo se les estaba muriendo una “mula” que acababa de llegar de Lima.

Esos eran tiempos en los que en la Ciudad de Buenos Aires aparecían cuerpos eviscerados: “mulas” que habían muerto por la rotura de alguna cápsula. Eran vaciadas y sus cuerpos descartados en algún basural.

El COVID-19 anuló por completo el tráfico a través de “mulas” y más aun las ingestadas, debido a los controles sanitarios. Tanto fue así que en los números de Aduana no hay registros de “capsuleros” en 2020 y 2021.

La primera “ingestada” post pandemia fue una mujer paraguaya en 2022: llevaba 10 kilos de cocaína en el doble fondo de una valija y 484 gramos en sus intestinos.

Hace una década, los casos de “mulas” en Ezeiza llegaron a ser tantos -hasta tres por día detectados por Aduana- que las autoridades sanitarias de la Provincia de Buenos Aires crearon un equipo especial en el hospital provincial Alberto Eurnekian, de Ezeiza.

Detalle: hay que tener en cuenta que el kilo de cocaína máxima pureza se puede cotizar en Europa a unos 55 mil euros y en Australia o Nueva Zelanda se llega a pagar 300 mil euros. Para los narcos, pagarle entre 5 y 10 mil dólares a una persona para que arriesgue su vida tragando cocaína sigue siendo un negocio redondo.



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