“Difícil”, es la palabra que elige Diego para empezar a hablar. Dice que “después de la muerte de un hijo no hay nada” y que espera una condena que traiga un poco “de alivio” al dolor de su familia. Diego es el papá de Lautaro Alvaredo (19), que murió 12 días después del 6 de noviembre de 2023 cuando tres adolescentes de su misma edad le pegaron hasta fracturarle el cráneo. El joven agonizó durante 12 días con muerte cerebral y finalmente falleció.
Este miércoles a las 9 empieza el juicio por el crimen del Lautaro y un tribunal deberá decidir si Fabricio Román Stella (19), Ian Agustín Noguera (20) y Patricio Nicolás Moreira (20) son culpables del homicidio.
“En estos dos años se sufrió mucho, el fiscal nos dice que nos quedemos tranquilos, que están detenidos, que va a pelear por la perpetua. Pero son sentimientos muy complicados, vos decís que sí: quiero que tengan perpetua, pero al final sabés que eso no te va a llenar porque nada te devuelve a tu hijo”, analiza Diego Alvaredo (49) que todos los días pasa por la habitación de Lautaro para desearle buenos días y buenas noches.
Para Diego el motor es la pelea, “tratar de que esta gente no se salga con la suya”, y encontrar un poco de justicia que calme su dolor.
Diego cantaba en fiestas, cumpleaños y eventos privados. Lautaro era su asistente, productor y compañía. “A mí me arruinaron de todas las formas posibles. Era el sustento de mi familia ese. Lautaro me acompañaba, él me preparaba todo, me ayudaba a elegir los temas, pasaba música, estaba conmigo”, le cuenta a Clarín un día antes de ver de frente a los asesinos de su hijo.
Y sigue: “Desde que no está Lautaro no pude volver a cantar, lo hice una sola vez pero no pude seguir. Yo vendía alegría, saltar, cantar, agitar. Y ahora no la tengo, me quitaron esa alegría. Antes subía al escenario y brillaba, sabía que no iba a fallar y si fallaba él me ayudaba. Y yo ahora no tengo nada. Ni ánimos de practicar”.
Lautaro tuvo un hermanito, Máximo, que ahora tiene apenas 18 meses y que lo reconoce en las fotos, por los altares que ocupan la casa y por las fotos que sus papás colgaron en el cementerio, un lugar que visitan todos los fines de semana para desayunar o almorzar juntos.
Diego y su esposa Tamara compraron luces led, flores de tela y hasta una tijera para recortar el pasto alrededor de la tumba de Lautaro.

El juicio estará en manos del Tribunal Oral Criminal Nº 3 de La Matanza y el fiscal de juicio será Sergio Antin.
La acusación es de las más graves del código penal: homicidio agravado por el concurso premeditado de tres o más personas y por alevosía, en concurso real con robo agravado por ser en lugar poblado y en banda y robo simple en grado de tentativa porque, además de pegarle, le robaron el celular a la víctima.
La instrucción de la causa estuvo en manos del fiscal Matías Folino, que logró casi de inmediato la detención de los asesinos, gracias al testimonio de los amigos de Lautaro y de los testigos que vieron la escena.

“Nos hicieron mucho daño y no entendemos el por qué. Y lo que vemos es que parece que fuera cada vez peor. En vez de mejorar o tomar un ejemplo para cambiar, pasa lo mismo. Necesito que la gente entienda que se puede pelear, discutir, cachetazos, pero no matar una persona, realmente no se entiende qué está pasando”, cierra Diego.
El crimen de Lautaro Alvaredo
El caso, que tiene algunas similitudes con el crimen de Fernando Báez Sosa (18), empezó dentro de Cyrux, un boliche ubicado en Luro y Pedro Obligado, en Laferrere, la madrugada del lunes 6 de noviembre. El adolescente vio a sus amigos irse del boliche. Estaba en la cabina del DJ mirando las consolas y salió detrás.
Uno de los integrantes de su grupo se había peleado con otro porque le rompió unos anteojos. Afuera, empezó una pelea. Los amigos de Lautaro corrieron y él quedó solo. Fabricio Stella y Ian Noguera lo golpearon hasta que cayó al piso.
Video
Así fue el brutal ataque al chico de 19 años que terminó con muerte cerebral, a la salida de un boliche en Laferrere.
Noguera le dio una patada en la cabeza que le fracturó el cráneo. Stella hizo lo mismo. Un tercero, Patricio Nicolás Moreira pateó a Lautaro mientras estaba inconsciente y le robó el celular.
Stella y Noguera se entregaron el jueves y el sábado posteriores a la muerte de Lautaro, que pasó 12 días en terapia intensiva y que falleció el 17 de noviembre por la gravedad de las lesiones.
Sus papás esperaron un milagro que no ocurrió.