El asesinato de la madre de un militante de derechos humanos conmocionó en agosto pasado al barrio Ampliación Poeta Lugones de la ciudad de Córdoba. Es que días después de conocerse la noticia, el caso tuvo un giro inesperado y detuvieron al hijo de la víctima como principal sospechoso. Meses después, la historia presentó un capítulo aún más aberrante, porque el hombre admitió este fin de semana que fue el responsable de la muerte de la mujer y hasta puso en duda su propio arrepentimiento.
“No sé si estoy arrepentido. Sigo metido en esa noche. No sé si hice bien, no sé…”, dijo en una entrevista que publicó el diario La Voz del Interior, en respuesta al episodio ocurrido el 1° de agosto de 2024.
La causa tiene como protagonista a Fernando Albareda, hijo de Fermín Albareda -un policía secuestrado, torturado y desaparecido durante la última dictadura militar-y Susana Montoya, la mujer que hace diez meses fue encontrada muerta en el patio de su casa con golpes en la cabeza y varios cortes realizados con arma blanca.
La escena se completaba con una serie de inscripciones que, en un primer momento, se asociaron con la militancia de Fernando en la agrupación H.I.J.OS. “Los vamos a matar a todos. Ahora vamos por tus hijos”, decía en una pared de la vivienda.
Apenas tres días después del hallazgo, la policía detuvo a Albareda, quien quedó como sospechoso de haber matado a su mamá. El dato que sembró la duda fue que las amenazas que había denunciado y las pintadas que aparecieron en la escena del crimen eran falsas, de acuerdo con el análisis que hicieron los investigadores.
La familia, integrada también por Ricardo, el hermano de Fernando, estaba a la espera de recibir una indemnización por los crímenes de lesa humanidad sufridos por Fermín. Aparentemente, el disparador de la tragedia fue el destino que tendría esa compensación económica.
Según la explicación que le dio al diario cordobés desde el Complejo Carcelario de Bouwer, Susana le había prometido que una parte del dinero que iba a cobrar se los iba a dar a sus nietos (los hijos de Fernando). Sin embargo, luego cambió de decisión y le anunció que se los daría a Ricardo, su otro hijo.
“Mi hermano tiene 46 años y no trabajó nunca. Siempre vivió bajo el techo de mi madre, comiendo de mi madre, y bueno, yo lo tomé como injusto. Entonces le dije que no, que no podía ser que tomara esa decisión, que se metiera con mis hijos y que encima tuviera que decirles yo que la abuela al final no los iba a ayudar”, se excusó.
Esa introducción dio pie al detalle del momento en que, según confesó, asesinó a su madre. “Ella salió al patio para darle de comer a uno de los perros. Yo salí detrás de ella. Y totalmente enceguecido, diciendo que con mis hijos no se metiera, que ya me había dejado sin padre, que me había hecho pasar el momento más terrible de mi vida, agarré una soga, la envolví en su cuello y la ahorqué“, describió.
Además, insistió en una grave acusación: sostuvo que Susana fue responsable de la entrega de su padre a las fuerzas represivas, una versión que su hermano Ricardo desmiente categóricamente.