Alfredo, oriundo de Misiones y psicólogo de profesión, fue drogado y torturado por un hombre que había conocido por una aplicación de citas el pasado viernes en Palermo. “Jugaban mientras yo me desangraba”, contó el hombre sobre el episodio en el que sintió que se moría.

El “match” lo había hecho hace un mes y medio, según contó, con alguien que se presentó como Julián Gutiérrez. “No fluyó para algo romántico” e intentaron “perfilar” su flamante vínculo hacia una amistad.

Entrevistado por TN, contó que es una persona “de pueblo”, por lo que “no todo pasa por una cita y que pase algo”. A su agresor, en un principio, lo vio como alguien “educado y buena persona” con la que compartía “cosas de laburo” y amenas charlas. “Hablamos un montón”, recordó.

Alfredo pensó que con Julián podría forjar una amistad. Habló de “ser compinches y demás”.

Pero ese plan se diluyó el viernes. “Ese día él pasa a saludar y a cenar en casa. Me había propuesto hacer algo y yo le dije que estaba cansado, por eso se dio la cena”, relató.

Alfredo le comentó que su menú sería “tarta y birra”, a lo que Julián respondió que prefería llevar una botella de vodka. “Hasta ahí todo era normal, era una cena de amigos”, contó.

Tres viudos drogaron y torturaron a un hombre en Palermo: “Jugaban mientras yo me desangraba”

Recapituló que Julián se tomó casi toda la bebida que había llevado y que él eligió tomar gaseosa. Su invitado fue tres veces al baño y él sólo una. Pero esa única pausa que propuso, aseguró, fue cuando le Julián le puso “algo en el vaso”.

La conversación prosiguió y cerca de las 12.30 en un abrir y cerrar de ojos, el escenario cambió.

“Estabamos mirando un programa de entretenimiento y de repente pestañeo y cuando vuelvo a abrir los ojos estoy sólo con ropa interior, en mi cama, con las muñecas atadas y con tres tipos, él y dos más, atándome los pies”, recreó ya con angustia.

Dijo que nunca se sintió mal ni se desvaneció, sino que fue ese aparente instante, que en realidad, calculó por las cámaras de seguridad, fueron cerca de tres horas.

Alfredo abrió los ojos y se encontró además con que era maltratado por uno de ellos. Sospechó que fue porque se despertó “antes de tiempo”. Julián, contó, no estaba al mando del “trabajo” que repetían que llevaban a cabo.

“Mandaba el que estaba agresivo, Julián evitaba mirarme, bajaba la cabeza”, dijo.

Expresó también sus sospechas de que sus agresores hayan estado bajo el efecto “de alguna sustancia” y por eso el maltrato se incrementaba.

El supuesto líder de la banda, dos veces, se posó sobre él y amenazó con apuñalarlo con un “cuchillo para picar carne” que sacaron de la cocina.

Atado de pies, con una corbata, y de manos, con sus muñecas juntas, primero lo tajearon en un brazo porque logró moverse ante un ataque que iba dirigido a su pecho.

El segundo le produjo un gran corte en una de sus piernas, que pudo mover porque aquella corbata “cedió” y logró moverse justo a tiempo.

Julián y sus cómplices le reclamaban dinero. “Plata, dólares, lo que tenga”, insistían.

Les dijo entonces dónde estaban los 500 mil pesos que tenía para el alquiler, pero no fue suficiente, como sospechó que lo sería.

Hasta que encontraron sus ahorros y comenzaron a bromear entre ellos, mientras Alfredo perdía sangre en su cama.

“Empezaron a jugar con mi ropa, si les quedaría bien o no. Jugaban mientras yo me desangraba”, sentenció luego, con la voz ya quebrada.

Cerró la entrevista al contar que se llevaron sus dos teléfonos celulares, una computadora, ropa y los ahorros de toda su vida. Posteriormente, recordó que fue una vecina que lo ayudó. Hizo la denuncia tras ser curado en el hospital y rememoró: “Sentí que se me iba la vida”.



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