Por tierra, desde Bogotá (Colombia) a Buenos Aires -por poner dos ciudades de ejemplo-, hay unos 7 mil kilómetros de ruta. Recorrer esa distancia demora tres días y 18 horas, sin hacer paradas. A su vez, del puerto de Buenos Aires hasta las costas de España hay otros 8.500 kilómetros por mar y los buques mercantes tardan semanas en unir los dos puntos.

Pese a lo trabajoso, a lo lejano, o incluso a lo aparentemente anti económico, esta parece haber sido la ruta de los 500 kilos de cocaína que salieron dentro de una maquinaria desde la Aduana argentina y llegaron- como entrega controlada- a España, que había pasado el dato del cargamento cuando ya estaba en viaje a Europa.

La hipótesis surge de una investigación ya bastante encaminada a la que tuvieron acceso los investigadores españoles y que indicaría -de confirmarse- que por nuestro país no sólo pasa la cocaína peruana o boliviana (países productores más cercanos). Es una teoría que inquieta. Porque si viene la cocaína colombiana, también vienen los narcos colombianos. Y ese es un problema mayor.

La investigación, a la que este martes la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, aludió en una conferencia de prensa, estuvo a cargo del juez en lo Penal Económico Gustavo Meirovich y de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), que trabajó en conjunto con la Red de Fiscales Antidroga de Iberoamérica. Lo bautizaron Operativo Lusitania.

Otro dato llamativo del caso es que la cocaína estaba tan perfectamente acondicionada dentro de la máquina –un torno industrial– que los escáneres argentinos no pudieron detectarla. Los 444 panes pasaron de largo. Recién cuando llegó a España se tomó la decisión de abrirla.

La información original llegó a Argentina el 3 de junio pasado, cuando la droga ya estaba en viaje por el Océano Atlántico dentro de un contenedor. Uno de los 14.000 que había en el buque Czech. La envió la fiscal Macarena Arroyo Marín, de la Fiscalía Especial Antidrogas de Algeciras. La organización narco en cuestión manejaba células en Colombia, Perú, España, Portugal y Panamá.

Una verdadera organización transnacional en tiempos en los que la producción de cocaína alcanza un récord de 3.500 toneladas anuales en la zona andina, con Colombia a la cabeza… por lejos.

Tras entrar por Orán, el cargamento de droga llegó a la terminal Exogan S.A. en Dock Sud, Avellaneda, el 28 de abril y partió a España en el buque Czech el 6 de mayo. Su peso fue de cuatro toneladas y su valor de 50 mil dólares.

A Algeciras llegó el contenedor el 29 de junio y estuvo intacto allí hasta el 25 de agosto pasado. Los narcos lo dejaron estacionado para “enfriarlo”. Pero cuando aparecieron a buscar la máquina fueron detenidos.

En Algeciras se detuvo a cuatro personas pertenecientes a la empresa importadora de la máquina y, en paralelo, en Argentina se detuvo a cuatro hombres más relacionados con el envío. Entre ellos a Ulises Curá, un conocido despachante de aduana de Orán, que fue quien gestionó el ingreso de la maquinaria con cocaína. Un detalle: el detenido es primo del senador salteño Juan Cruz Curá.

Nótese que ese documento se complementa con la declaración testimonial brindada por el inspector aduanero del Departamento de Investigaciones Narcotráfico Metropolitana -ARCA-, quien describió las tareas de control realizadas y afirmó que existieron compartimentos de volumen considerable que no pudieron ser visualmente inspeccionados, en razón de tratarse de espacios estancos, es decir, partes centrales internas e inaccesibles para la inspección humana.

“Aclaró que la diligencia incluyó un binomio ‘guía-can’ y una inspección manual y visual y que no existió indicio alguno, en ese momento, que motivara la adopción de otras medidas de mayor intrusión respecto de la mercadería, a la vez que se encomendó la utilización de un scanner posterior, previo al embarque, control que también arrojó resultado negativo”, detalla el dictamen de los fiscales Claudio Navas Rial, a cargo de la Fiscalía Nacional en lo Penal Económico Nº 9, y Ezequiel Coscia, de la Procunar.

En España paso lo mismo. Sabían que la droga estaba estaba en el torno, pero resultó indetectable. El único dato cierto es que, de fábrica, el torno pesa 3.500 kilos y en las aduanas las balanzas marcaron 4.000 kilos.

La técnica de los narcos: grasa para confundir a los perros y compartimentos estancos sellados recubiertos de plomo para los escáneres.



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