Un ladrón entró a una panadería de Ituzaingó y fue directamente a robarle a un cliente. Amenazado, lo llevó hasta la caja. Embolsó puñados de billetes. Pero de pronto, cuando llegó el momento de escapar, perdió el control de la situación. El cliente lo puso de espaldas sobre el suelo y desde atrás llegó un empleado con el último golpe: le arrojó una bandera llena de prepizzas.
El violento episodio tuvo lugar en la confitería Martino, ubicada en la calle Bacaray, casi Pirán. Fue alrededor de las 11.30 del viernes, cuando un ladrón de 37 años, vestido con jeans, buzo y una gorra oscura entró en el local y sorprendió a un cliente que estaba con su notebook, desayunando, sentado a una mesa del comercio.
Con amenazas, amedrentó al cliente y lo obligó a levantarse para que lo acompañe hacia el sector de cajas. Ahí había una empleada, que rápidamente abrió la caja registradora y le entregó el dinero, puñado tras puñado.
Como había poca plata, unos 4 mil pesos, el ladrón obligó al cliente a que le diera su reloj. Luego, le ordenó que se tirara al piso frente al mostrador. Hasta ahí, un robo violento. Pero sin consecuencias graves ni signos que anticiparan un giro abrupto en la situación.
Todo se desmadró cuando el ladrón encaró hacia la mesa en la que había estado el cliente y tomó su notebook y su mochila. Eso sacó de eje al hombre que estaba amenazado en el piso. Y cuando el delincuente le dio la espalda para escapar, decidió abalanzarse sobre él y atacarlo.
Tras un breve pero intenso forcejeo, el delicuente cayó derribado por el cliente, que logró inmovilizarlo con la espalda contra el piso.
En ese mismo instante, un trabajador salió desde la cocina con una bandeja cargada de prepizzas que utilizó como arma para golpear varias veces al asaltante, que quedó reducido entre el empleado y el cliente. Luego, llegó la Policía y lo detuvo.
El ladrón quedó a disposición del fiscal Roberto Tavolaro, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) N.º 1, quien lo imputó por “robo agravado por el uso de arma en grado de tentativa”.