Después de un desgastante casting de tres días para elegir jurado, este viernes comenzó finalmente la parte más fuerte del juicio por el femicidio de Cecilia Strzyzowski (28), donde se espera que declare la madre de la víctima, Gloria Romero, tras los alegatos de apertura.
A diferencia de las rondas anteriores, que se realizaron en el Hotel Gala en las afueras de Resistencia, esta cuarta jornada se mudó al corazón de la capital provincial. Los siete imputados fueron trasladados muy temprano al edificio del Centro de Estudios Jurídicos (CEJ), ubicado en frente de la plaza principal.
El caso tiene en el banquillo de los acusados a la familia Sena: César (21), señalado como el presunto autor material; sus padres, Emerenciano Sena (61) y Marcela Acuña (53), alguna vez los dirigentes piqueteros con más músculo de la provincia, hoy imputados como partícipes primarios del femicidio; también figuran otros cuatro colaboradores cercanos de los Sena, acusados de encubrir el crimen.
Los siete acusados fueron dispuestos en la pequeña sala del CEJ, adaptada para recibir a las partes. Marcela revisaba su cuaderno de apuntes, mientras que Emerenciano se tapaba la cara con una carpeta. Fue una constante desde el comienzo. El líder piquetero siempre escondió el rostro cada vez que la prensa entraba para tomar imágenes.
Poco después de las 10 de la mañana comenzó la audiencia, con la introducción de la jueza técnica Dolly Fernández, que se dirigió al jurado popular para señalarles los lineamientos básicos.
Declararán 53 testigos a lo largo de las 15 rondas de audiencias agendadas por el Tribunal Superior de Justicia. La primera de ellas será Mercedes Valois Flores, abuela de Cecilia. Es un testimonio relevante, ya que Cecilia y César vivieron en su casa durante varios meses, en el Barrio 500 Viviendas de Barranqueras.
Luego será el turno de Gloria Romero, madre de Cecilia. Ella fue la primera en presentarse ante la fiscalía para denunciar la desaparición de su hija, luego de recibir la visita de dos personas en su casa que le señalaron que “algo había ocurrido”. Cecilia se fue de su casa con la promesa de un viaje a Ushuaia que nunca existió. La familia pensaba que la chica estaba en el sur del país, mientras César seguía en Resistencia.
En tercer turno, si da el tiempo, pasará la última psicóloga que atendió a Cecilia. En la etapa de instrucciones había contado sobre el viaje a Ushuaia y sobre la relación con César. También se espera que asista un testigo de identidad reservada, amigo de la víctima, que había alertado sobre las situaciones de violencia que sufría en su noviazgo.
Según comentaron a Clarín fuentes judiciales, la mayoría de los testigos que declararán ante el tribunal fueron propuestos por la querella y la fiscalía. La defensa propuso algunos peritos técnicos y familiares de los Sena. No está previsto que declare ninguno de los siete imputados, de acuerdo a los abogados, aunque pueden hacer uso de su derecho a hablar en cualquier momento del juicio.
César, por ejemplo, jamás habló en todo el proceso. Se abstuvo de declarar como imputado.
Luego de esta primera audiencia, el resto de los testigos serán fundamentalmente peritos técnicos, que tratarán de explicar los indicios que permiten a la fiscalía señalar a los Sena como los responsables de un femicidio en el que jamás se encontró el cuerpo.
A Cecilia Marlén Strzyzowski la vieron por última vez la mañana del 2 de junio de 2023, cuando entró a lo de sus suegros acompañando a su marido, César Sena. Una cámara de seguridad ubicada enfrente del domicilio, en la calle Santa María de Oro 1400, captó a Cecilia a las 9 de la mañana bajando del auto e ingresando por una puerta del garaje. Nunca se supo qué pasó dentro de esa casa.
La pareja tenía una relación tóxica. Strzyzowski había sido víctima de situaciones de violencia, según contó un testigo protegido que aportó chats con ella de meses previos al crimen.
Según declaró Acuña ante los fiscales, ella vio “un bulto, similar a un cuerpo” al volver a su casa. Le envió un mensaje a González: “Tenemos hasta las 19.30 para sacar eso de mi casa”.
Si bien en un momento corrió la teoría de que el cuerpo habría sido dado en partes a los chanchos, la hipótesis más fuerte que maneja la fiscalía fue que el cadáver fue incinerado durante toda la noche en el campo del clan.
Los restos, de acuerdo a la hipótesis principal, fueron arrojados al río Tragadero. Encontraron algunos que, por la acción del fuego, no pudieron ser identificados, pero también había un dije en forma de cruz que pertenecía a la joven.

