A propósito de la carta del lector Juan González (“manejo de datos”, 02/12) la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) lleva más de 30 años trabajando en la mitigación y concientización de los perjuicios que causa la quema de cañaverales, tanto a la producción de caña de azúcar como a la sociedad en general. Desde sus inicios, este esfuerzo se centró en investigaciones y ensayos orientados a desarrollar y promover alternativas a la quema de caña en pie o de rastrojos. Los resultados de estos estudios han sido sistemáticamente publicados y difundidos entre los productores y técnicos del medio, logrando una significativa adopción de prácticas más sostenibles en el sector. Además, la Eeaoc participa activamente de la Mesa de Gestión Ambiental (MGA), que es una mesa interinstitucional (en la que participan el INTA, CREA, Bomberos, Ministerio de Economía y Producción, Ministerio de Educación, Ingenios y Productores, entre otros) abocada a encontrar las herramientas para lograr la erradicación del fuego en la caña de azúcar. En esta mesa se generó la certificación “Caña de azúcar sin uso del fuego”, avalado por GlobalGAP y administrada por la Eeaoc, que en 2024 alcanzó un récord de 60.000 hectáreas de caña de azúcar certificadas, lo que convirtió a este cultivo en el de mayor superficie certificada de la provincia. Por otro lado, la Eeaoc realiza un seguimiento anual de la superficie quemada en la provincia desde hace más de diez años, siendo la única institución que recopila y analiza estos datos de manera sistemática y constante. Sin embargo, es fundamental señalar que la incidencia de la quema está fuertemente influenciada por las condiciones climáticas de cada año. Por ejemplo, mientras que 2023 no presentó heladas severas, en 2024 las condiciones climáticas fueron radicalmente diferentes, con una serie de heladas extremas que incrementaron significativamente la combustibilidad de la caña y otras vegetaciones. Estas variaciones climáticas complican las comparaciones directas entre años. Por ello, el análisis de los datos debe hacerse en un contexto más amplio. Comparar las cifras de quema con el promedio de los últimos diez años es una herramienta estadística válida y necesaria para observar tendencias a largo plazo, aislando el impacto de factores climáticos puntuales. Este enfoque permite identificar una tendencia sostenida de reducción en la proporción de hectáreas quemadas respecto al total cultivado. El compromiso de la Eeaoc y de los productores con la reducción de la quema es evidente en los avances logrados. No obstante, aún queda trabajo por hacer para eliminar esta práctica de manera definitiva. Es fundamental mantener y fortalecer las estrategias de mitigación, promover la adopción de tecnologías sostenibles y continuar evaluando los datos desde una perspectiva integral. Solo mediante la colaboración entre todos los actores involucrados será posible lograr un equilibrio entre la producción agrícola y la preservación del medio ambiente y la salud pública.



Fuente La Gaceta On Line