“Fue tremendo. Cuando invadieron la cancha, estábamos todos en el banco de suplentes, algunos llorando, otros gritando de dolor, algunos con puntazos en la pierna. A mí me dieron en la cabeza con una botella. Me quedaban algunos metros para el vestuario, me toco la cabeza y veo que la tenía llena de sangre. Cuando llegué al vestuario me bajó la presión”, continuó Lucena, a quien debieron hacerle cuatro puntos por ese golpe.
