“Yo le quiero aclarar muchas cosas, no voy a pedir nada. A los hijos del señor quiero decirles que me siento muy avergonzada, ahora voy a declarar la verdad, no dije la verdad antes. Me voy a hacer cargo de lo que yo hice“, empezó Rosalía Soledad Paniagua (36) ante la mirada atenta de los hijos de Roberto Wolfenson (71), en plena audiencia del juicio por el crimen que se lleva a cabo en los Tribunales de San Isidro.
La mujer reconoció haber cometido el crimen el 22 de febrero de 2024 en la casa del lote 397 del barrio La Delfina de Pilar.
“Yo no me puedo quejar del señor porque era una buena persona, la señora también (N. d. R.: por Graciela Orlandi (72), la pareja de Wolfenson), pero ella hablaba de su esposo, se quejaba por el tema de la plata. Ella quería que vendiera para comprar una casita en Vicente López, quería separar y cada uno por su lado, estaba cansada de que le maneje la plata”, recordó la mujer.
Con claras intenciones de reconocer el homicidio pero librarse de los agravantes, Paniagua negó haber robado de la casa de Wolfenson y Orlandi. Un día me dijo que se iba de vacaciones con la hija y yo me iba a quedar a trabajar en la casa. Me dijo ‘me gusta como limpiás, me gustaría que se quedara con nosotros, nada que ver con cómo limpia Gladys’. Dijo que Gladys era muy tramposa. Ese día me dio una bolsita y me dijo que eso era para mis hijos, unas pulseritas, un parlante rojo y un auricular negro. Eso estaba sin usar”, aseguró respecto de los elementos que fueron hallados en su casa en el allanamiento.
La mujer, de acuerdo a la acusación que describió la fiscal Laura Capra, está acusada de robarse distintos elementos de la casa de sus empleadores y “con el claro fin de procurar su impunidad, y aprovechando su calidad de empleada doméstica, dentro de la habitación de huésped ubicada en la planta alta de la finca mencionada, previo un forcejeo y golpes, mediante la utilización de un elemento en forma de lazo, lo colocó alrededor del cuello de Roberto Eduardo Wolfenson Band y provocó su asfixia hasta su muerte, para luego darse a la fuga con los objetos de valor sustraídos”.
Por su parte, Tomás Farini Duggan, abogado de Esteban y Laura Wolfenson, los hijos de la víctima, solicitó también el agravante de alevosía, con lo que coincidió Alejandro Broitman, en representación de Graciela Orlandi.
A su vez, la acusada apuntó contra la viuda al asegurar aseguró que Orlandi le pidió que, durante sus vacaciones, le sustrajera el celular a Wolfenson porque “quería saber en qué andaba”.
“Ese día, cuando estaba terminando de limpiar, la señora me dijo ‘yo quiero hablar con usted’. Me pidió el celular del señor. Que ella se iba de vacaciones y que cuando ella volviera, yo le entregara el celular. El señor me vio agarrando el celular y ahí empezó la pelea”, recordó Paniagua.
La secuencia del crimen
“Mi intención no fue robarle al señor ni matarlo, eso se me fue de las manos. Por decirle a la señora que iba a robar el celular…”, insistió Paniagua durante su declaración que se extendió por más de una hora.
Graciela Orlandi, la viuda de Wolfenson. Foto: Luciano Thieberger.“Ella me dijo, quiero saber en qué anda mi marido. Que yo sacara el celular de la casa, que sacara el chip para que no me siguieran. El señor me descubrió que estaba agarrando el celular, me empezó a decir cosas malas, que era una ladrona, que era una hija de p…, paraguaya ladrona. Me dio una cachetada, me agarró de los pelos, yo no quise hacer eso, no quise lastimar al señor, cuando me empezó a insultar a mi mamá, se me nubló todo. En ese momento no me acuerdo de nada”, confesó la mujer.
“Cuando vi que el señor bajó a ver el yogurt, vi el celular y lo agarré. Me fui a la habitación queriendo guardar en mi ropa. Ahí fue que no escuché que él subió y me vio. Y ahí empezó todos eso. Él me cacheteó, me agarró de los pelos, me dijo que iba a llamar a la Policía, que quería robar. Ahí fue todo. Peleamos en la cama. Nos lastimamos con el placar, entre el placar y la cama empezó, si te digo que me acuerdo bien te miento”, relató.
Luego dio una descripción confusa de la secuencia del homicidio: “Se que en algún momento me agarró del cuello, yo también a él, me agarró de los pelos, le di un cabezazo con la cara, le dije que me suelte. Le agarré, nos peleamos, yo le agarré del cuello, él también a mí. Yo no le quería hacer daño, no se en qué momento terminé con todo esto. Me subí encima, me quería sacar un collarcito de hilo trenzado que tenía la inicial de mi bebé, yo no me dejaba y con eso lo lastimé. El se quería sacar, yo veo todo el corte, no sé en qué momento se causó todo eso. Le puse por el cuello la cadenita que tenía, de hilo, y él me apretaba del cuello. Yo lo agarré del cuello, queriendo salir, ya no sabía qué hacer. No sé en qué momento, se me nubló todo, estábamos los dos que no dábamos más.”
De acuerdo a los testigos, al día siguiente del crimen, Paniagua ofreció el teléfono celular de Wolfenson a un vecino y vendió el candelabro de bronce de la familia.
Las reacciones
Graciela Orlandi se descompensó el lunes durante su declaración y este miércoles no asistió a la segunda audiencia. Su abogado, Alejandro Broitman, aseguró que la versión del teléfono celular es un “intentar lograr la condena de homicidio simple” y eludir el agravante de criminis causa, que prevé la pena de prisión perpetua.
El juicio se lleva a cabo en el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de San Isidro. Foto: Luciano Thieberger. Farini Duggan coincidió y remarcó que un pasaje de la declaración de la acusada la compromete: “Ella dijo que tenía miedo, que él dijo que iba a llamar a la Policía y que ella no quería. Eso es el criminis causa, se incriminó.”
“Es todo una tragedia, que la condenen también porque deja solo a un hijo chiquito. Lo único es que tenemos más posibilidades de que se de la condena más alta, la paz de que no va a estar en la calle y hacer algo así de nuevo. Pero justicia no es, no sé qué es la justicia. Es una tragedia“, dijo Esteban, el hijo de la víctima al finalizar la audiencia.
En tanto, este viernes a partir de las 10 serán los alegatos de las partes y luego será el turno de la sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°4 de San Isidro, presidido por Esteban Andrejin y Osvaldo Rossi, los mismos que absolvieron a Nicolás Pachelo por el crimen de María Marta García Belsunce, aunque luego Casación le dio perpetua.
De ser considerada culpable del delito de homicidio criminis causa, Paniagua podría ser condenada a perpetua. En el caso de que los jueces creyeran su versión de los hechos y entendieran que no está probado el robo ni el intento de ocultarlo -algo que parece improbable- podría recibir una pena de entre 8 a 25 años de cárcel por homicidio simple.
