Agustín Leonel Chiminelli (27) fue condenado este viernes a prisión perpetua como autor del femicidio de su vecina María Alejandra Abbondanza (38). Los padres del joven, Carlos Rubén Chiminelli (69) y Liliana Esther Sánchez (64), también fueron hallados culpables del crimen, pero como encubridores y recibieron penas de 18 y 17 años de cárcel. El hijo ya estaba detenido y así seguirá, pero el matrimonio fue beneficiado con el arresto domiciliario hasta que el fallo quede firme.
El juicio comenzó el 18 de septiembre, duró siete audiencias y este martes Chiminelli tuvo la oportunidad de pronunciar sus últimas palabras ante del veredicto. El ahora condenado pidió disculpas por el “daño irreparable” que provocó con el crimen e intentó desligar a sus padres que negaron su participación y dijeron que “no se dieron cuenta” de lo que había pasado porque sino no lo hubieran permitido.
Alejandra fue brutalmente asesinada el 16 de septiembre de 2022 a metros de su casa. Salió con su perro, sin llave ni billetera. Entró, nunca se supo bien por qué, a la casa de los Chiminelli, en Alberdi 748, de Campana, en el norte del Gran Buenos Aires, y nunca salió.
Pero, además del crimen de Alejandra, a partir del hecho se conocieron al menos dos hechos de abuso sexual denunciados por otras mujeres que dieron cuenta del conocimiento de los padres de Chiminelli de las situaciones de abuso y violencia, a quienes también acusaron de ser cómplices.
Los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°2 de Zárate-Campana, Lucía María Leiro, Daniel Rópolo y Mariano Aguilar, condenaron a Agustín Chiminelli por el delito de “homicidio agravado por haber sido cometido por un hombre contra una mujer mediando violencia de género, desobediencia a la autoridad” en perjuicio de Alejandra.
Y también lo hallaron responsable como coautor de “abuso sexual con acceso carnal gravemente ultrajante y agravado por haber sido cometido por dos o más personas y abuso sexual en concurso real con el delito de privación ilegítima de la libertad y agravado por haber sido la víctima su pareja, todos hechos en concurso real entre sí”.
Su padre fue considerado coautor de encubrimiento agravado, abuso sexual con acceso carnal y agravado por haber sido cometido por dos o más personas y por tenencia de arma de fuego de uso civil. Lo condenaron a 18 años de pena. A su esposa, en tanto, le dieron 17 por los mismos delitos, sin contar la tenencia de arma.
De acuerdo a la investigación de la fiscal Ana Laura Brizuela, la mujer ingresó a la casa de Agustín Chinimelli alrededor de las 17.30. El joven la hizo pasar y luego mantuvieron una discusión en la que él “se ofuscó” y la “agredió físicamente propinándole golpes, por lo que la víctima, atemorizada, se defendió enérgicamente, incluso causándole lesiones” a su atacante.
“Posteriormente, a las 18.23, arribó al lugar Carlos Chiminelli -progenitor del imputado- y a las 19.20 también lo hizo Liliana Ester Sánchez -madre del imputado- quienes vivían en el lugar”, explicaban en la elevación a juicio.
Para la fiscal Brizuela, y para el juez de Garantías 2 de Zárate-Campana, Julio Andrés Grassi, cuando llegaron los padres de Agustín, su víctima todavía estaba con vida, herida de gravedad. De acuerdo a la acusación, tomaron conocimiento de lo que había ocurrido y, “de común acuerdo”, realizaron maniobras para “procurar impunidad”.
Este fue, justamente, un punto clave en el juicio, dado que en el Código Penal argentino no es punible el encubrimiento cuando lo realiza “un ascendiente, descendiente, cónyuge o hermano” del autor del delito. Es decir, en principio, los padres no podrían ser penados por encubrir a su hijo. Pero los jueces del TOC N°2 de Zárate-Campana sí lo hicieron.
“El crimen no ocurrió en soledad. Esa noche, en esa casa, había adultos (por los padres de Agustín Chiminelli). Personas que escucharon, que vieron, que sabían. Personas que no hicieron nada. Que no llamaron a la Policía. Que no protegieron a Alejandra. Que negaron su humanidad. Que intentaron encubrir lo que pasó”, declaró durante el juicio la hermana de la víctima, Ana Abbondanza, quien consideró que “el silencio también mata” y “la indiferencia también es cómplice”.
E insistió: “Yo les pido que miren más allá de las palabras. Que escuchen el grito que no pudo dar mi hermana. Que vean el vacío que dejó. Alejandra era madre. Era compañera. Era hermana. Era hija. Su hija hoy crece sin ella. Su pareja duerme con el dolor. Nuestra familia quedó rota. Y yo estoy acá, entera, pero herida, para pedirles que no nos dejen solos. Que no nos condenen al olvido.”
Agustín Chiminelli fue denunciado por otras ex novias.El tribunal que juzgó a los Chiminelli es el mismo que condenó a Claudio Contardi por los abusos sexuales cometidos contra la modelo Julieta Prandi. La sentencia se escuchó el 13 de agosto pasado en la misma sala de los Tribunales de Campana.
Allí, este viernes, el recinto volvió a estar concurrido, esta vez por familiares y amigos de Alejandra; al tiempo que los padres del femicida, al estar en libertad llegaron caminando, como el resto de público.
El encubrimiento
Todos sabían que Abbondanza había desaparecido en el barrio, incluso antes de encontrar las cámaras de seguridad. Ella había salido sola con el perro y como no regresaba a las 01.25 del 17 de septiembre su hermana realizó la denuncia.
A las 11, gracias a las cámaras de seguridad, ya la buscaban en las casas de la cuadra. Mientras tanto, La madre de Agustín Chiminelli estaba parada en la vereda, mirando, como una espectadora más, el operativo policial.
También intentó desviar la investigación de su casa: declaró que el garaje pertenecía a la casa de al lado, por lo que allanaron esa propiedad primero.
Después mintió al decir que el galponcito en el que se había cometido el crimen era alquilado, cuando, en realidad, era ocupado por su hijo.
Agustín Chiminelli quedó filmado por las cámaras de seguridad en Campana.Para la Justicia, el joven no podría haber movido el cadáver de la víctima desde la planta baja, por una escalera de 60 centímetros, solo. Una vez en la terraza, la subió a la parrilla que tenía con la intención de incinerar el cuerpo y borrar los rastros del crimen.
Los abusos
Cuando se conoció la noticia de la detención de Agustín Chiminelli por el femicidio de Abbondanza, dos mujeres que habían salido con él lo denunciaron ante la Justicia.
M., una joven que fue pareja de Chiminelli en 2017, declaró que “la familia parecía ser muy normal, pero que las actitudes violentas comenzaron” poco después. Describió, por ejemplo, que “Agustín se presentaba en su casa y la llevaba por la fuerza” al domicilio de él y “una vez allí cerraba la puerta de la habitación con llave y la amenazaba con romper cosas si no tenían relaciones sexuales”.
También relató que si ella se negaba a tener sexo, él “la perseguía hasta que lograba forzarla” y que todas estas situaciones “ocurrían con los padres de Agustín dentro de la vivienda, por lo que escuchaban lo que estaba pasando y nunca hicieron nada para ayudarla”.
Además, recordó que en una oportunidad, luego de sufrir una violación, el joven se quedó dormido y ella logró escapar de la habitación. Se encontró con la madre de su pareja en el comedor y la mujer le pidió que no se fuera. Entonces, “Agustín la persiguió y la obligó a volver a la casa y una vez allí fue su madre quien cerró la puerta con llave para impedir que M. se vaya”.
Otra ex pareja del ahora condenado, identificada como C., también describió un vínculo atravesado por la violencia, los abusos sexuales y el encubrimiento de sus padres. “En el marco de una discusión, Agustín rompió un teléfono celular y se tornó muy violento hacia quien declara, que el condenado Carlos Chiminelli se acercó a Agustín y le dijo: ‘que se deje de joder porque los vecinos estaban escuchando’“; declaró ella en el expediente,
Una semana antes del femicidio de Abbondanza, G., otra ex novia del condenado, pidió en el Juzgado de Familia de Campana una restricción de acercamiento. Describió cómo Sánchez intentaba convencerla de permanecer con Agustín, a pesar de los hechos de violencia.
