Tras intensas jornadas de audiencias iniciadas la semana pasada, este miércoles a las 11 se conocerá el veredicto en el juicio que Julieta Prandi le inició a su ex marido, Claudio Contardi. “Quiero una condena ejemplar. Que pague los años de vida que me robó, todo el maltrato que padecí. Es la única manera de saldar este horror“, dijo la modelo horas antes de escuchar la decisión de los jueces.
Una vez más, a Julieta Prandi se la vio visiblemente conmovida, a la espera de justicia. Fue desde su casa, a través de una videollamada con Telenoche, donde volvió a relatar el padecimiento que vivió con su ex, contó cómo son sus días actualmente y le hizo un fuerte llamado a los jueces.
“Ya se lo pedimos dos veces a los jueces. Yo necesito que lo detengan de manera provisoria, mientras la sentencia -que seguramente va a ser ejemplar- quede firme. Ya se comprobaron todos sus crímenes, no puede gozar de la libertad que gozamos todos”, expresó la modelo.
“Pasé un infierno y eso te deja secuelas de por vida. Yo me sentí y me siento que estuve prácticamente secuestrada durante muchos años”, relató.
Sus abogados solicitaron la pena máxima de 50 años de prisión para el empresario, basados en el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por causar un grave daño mental a la víctima”.
Al respecto, la actual pareja del cantante Emanuel Ortega señaló: “Una tiene que estar en su casa libremente disfrutando de su familia, de su pareja, de sus hijos, de la vida y no estar esperando que nunca se sabe qué es lo que va a decidir la justicia”.
Sobre la demora en llegar a esta instancia, expresó: “Fue una agonía muy larga que tardó más de cinco años en llegar, y no todavía sabiendo el resultado. Simplemente lograr ser escuchada por un tribunal, por jueces que puedan escuchar de mi propia boca el horror que me tocó vivir y lo que costó. Apelar, apelar y apelar… esperar y esperar… declarar y hacer pericias… ser evaluada de una y otra forma, y del otro lado nada, absolutamente nada, a lo cual se hayan sometido para comprobar su supuesta inocencia”.
Prandi subrayó que las víctimas siempre cargan con la peor parte: “Hoy estoy yo en mi casa con un botón antipánico, con custodia y esperando una sentencia que creo que puede marcar un antes y un después en la justicia en lo que tiene que ver con violencia de género, con abusos, porque las víctimas de violencia y de abusos tenemos que padecer un calvario para ser escuchadas y para encontrar justicia. Y en el camino o nos matan o abandonamos la lucha porque es demasiado arduo el trayecto y la vergüenza y la humillación y el padecimiento. Es demasiado lo que hay que pasar”.
Recordó, además, episodios extremos durante la convivencia: “Estando bajo el mismo techo, en el último tiempo ya me había robado los documentos, me había sacado el celular y lo había metido en el freezer y yo estaba incomunicada. En ese momento las amenazas eran muy fuertes y la frase que quedó inmortalizada en mi denuncia es, ‘vos no vas a cumplir más años, vos vas a recibir una corona’. Y entre insultos me dijo: ‘Esto te va a durar, putita, todo lo que tenga que durar, te va a durar años. Vas a sangrar’. Como que me le iba a hacer larga la justicia. Esto me lo decía el oído delante de mis hijos”.

Prandi contó que actualmente está bajo tratamiento psiquiátrico, que toma medicación para dormir, y recordó la crisis que atravesó tras la última audiencia: “Era la última vez que me iban a escuchar los jueces, después de los alegatos. Fue el momento que me dejaron hablar y dije lo que sentía y que yo ya había estado muerta, porque yo ya estuve muerta. Que si lo dejaban en libertad a mí me iban a matar dos veces. Y cuando salí de esa sala me quebré, pero me quebré de una manera que nunca en mi vida. Lloré con con ruido, con grito, con entraña. Fue muy fuerte y a la vez muy liberador. Creo que saqué muchos años de mierda de adentro. Fue muy oscuro lo que salió y creo que lo escucharon adentro y afuera de la sala y en todo el edificio. Fue horrible, pero también sentí que fue el punto final porque esto tiene que ser el comienzo de mi nueva vida.
Otros fragmentos de la entrevista a Julieta Prandi
— ¿Cómo están tus hijos?
— No puedo decir que están fantásticos hoy. Están están muy atravesados por los nervios, por la ansiedad, por la angustia, por las preguntas. El más chiquito comprende menos, pero el más grande comprende todo. Incluso en estos días cuando yo estaba en el tribunal y yo le pedía que no vea algunas cosas, se enteraba por los medios o porque alguien le comentaba. Le llegaba información que él no tenía porque yo me esforcé en que no le llegue. Yo traté de preservarlos todos estos años, incluso cuando viví bajo el mismo techo en ese calvario para que los chicos nunca supieran lo que yo vivía de la puerta para dentro. Hoy por hoy mi hijo mayor ya comprende todo lo que se vivió, está impactado y atravesado por el dolor y la indignación, porque para él yo soy todo. Soy su mamá, su papá, su superhéroe. Entonces es duro, muy duro. Pero además es es el hecho de vivir con miedo. Uno no puede vivir con miedo.
— Emanuel Ortega, tu actual pareja, dijo que te encontró rota…
— Es que no fue fácil yo vuelva a confiar en alguien. Más allá de los detalles de nuestra intimidad, él describió que me conoció rota. Yo me siento que soy una persona rota. Hoy estoy mucho más fuerte, mucho más entera. Tengo años de terapia, de tratamiento psiquiátrico con medicación, pero pasé un infierno y eso te deja secuelas de por vida. Hay cicatrices que no se borran. Y el tiempo en que yo estuve cautiva, alguien me preguntó el otro día si estuve prisionera esclava. No tenía una cadena ni un candado, pero yo sentí y siento que estuve prácticamente secuestrada durante muchos. Viví alejada de toda mi familia, de mis amigos, no poder manejar, que controlaran mis ingresos, mis comunicaciones, todo lo que yo hacía era controlado. Entonces, salir de eso no es fácil y apoyar a una pareja que vivió eso tampoco. Por eso también destaco no solo la valentía de hablar de Emanuel y de testificar, sino de haber estado al lado de esta mujer que no ha sido fácil para él tampoco, pero fue un hombre con todas las letras y agradezco mucho su amor y su apoyo incondicional.
— ¿Hoy en día seguís con tratamiento psiquiátrico?
— Sí, claro, estoy medicada.
— ¿Y cómo es un día a día hoy en tu vida?
— Para dormir tomo pastillas. Depende mis episodios, tengo también otro tipo de medicación. En este momento, en la previa al juicio y todo lo que fue estos días, no la estuve pasando nada bien. De hecho, tuve una crisis en la última audiencia porque era la última vez que me iban a escuchar los jueces. Fue después de los alegatos, que me dejaron hablar y dije lo que sentía y que yo ya había estado muerta, porque yo ya estuve muerta. Que si lo dejaban en libertad a mí me iban a matar dos veces. Y cuando salí de esa sala me quebré, pero me quebré de una manera como nunca en mi vida. Lloré con ruido, con grito, con entraña. Fue muy fuerte y a la vez muy liberador. Creo que saqué muchos años de mierda de adentro. Fue muy oscuro lo que salió y creo que lo escucharon adentro y afuera de la sala y en todo el edificio. Fue horrible, pero también sentí que fue el punto final porque esto tiene que ser el comienzo de mi nueva vida.
— ¿Sabías que él volvió a formar pareja y a ser padre?
— No, me fui enterando por instancias judiciales. Yo tuve mi acuerdo de familia recién el año pasado, en noviembre. Hasta entonces era un suplicio el tema de la cuota de alimentos. Terminamos cerrando un acuerdo económico ya más que nada por salud. Yo me quedé con una casa, él se quedó con otra de mis casas. Y la cuota de alimentos de él es que pague el colegio. Yo le puse como monto la cuota de colegio que incluye si tienen algún viaje extraordinario a mis hijos dentro del colegio. Esta es la cuota que paga ahora, pero en 5 años no pagó nada.
— ¿Quiénes te ayudaron en este calvario?
— Cuando estuve adentro, nadie. Tenía terror de pedir ayuda. Yo estaba amenazada. Aparte es pai umbanda, podés creer o no, pero cuando uno está inmerso en el miedo, te someten, te amenazan, te controlan, te gritan, te agarran del cuello y te ponen un puño, llega un momento en que uno cree esas amenazas. Yo lo he visto y las amenazas eran contra mis amigas, contra mis padres, me cambiaba el número de teléfono cada 6 meses. Nos hizo pelear, entonces en algún momento yo ya no sabía a quién pedirle ayuda y perdí contacto. Yo estuve 4 años sin hablar con mi familia, con mis padres y con mi hermana, así que me tenía lista, punto caramelo, solo que también era la gallina de los huevos de oro, porque él cobraba mi sueldo, sacaba plata de mi cuenta y se llevó absolutamente todo. De hecho, cuando me voy de casa alquilando un departamento, pidiendo un préstamo al banco, habiendo trabajado toda mi vida, él se queda en mi casa de Martínez y a mis espaldas alquila mi casa de Escobar de septiembre y percibe ese alquiler. Y yo estaba con mis hijos sola en ese departamento, sin cuota de alimento, sin trabajo, viendo cómo los alimentaba, pero él vivía como un rey en mis casas y con una ganaba plata. De esa clase de persona estamos hablando, si se la puede llamar persona.
— ¿Qué mensaje te gustaría dejarle a otras víctimas?
— Quiero agradecerles a todos y a cada uno de los mensajes de las personas que se me han acercado. Hay infinidad de víctimas de violencia de género que no tuvieron ni siquiera la posibilidad de hablar como la tengo yo. Ni siquiera llegaron a hacer la denuncia. A la mayoría las terminan matando. Yo estoy viva porque ustedes me conocen, porque mi trabajo es público. Me no me voy a cansar de decírselos. Esta exposición a mí me salvó, pero también me costaron 5 años llegar a un juicio. Si esta es la justicia que tenemos, necesito que hoy por hoy la justicia escuche en nombre de todas las víctimas de violencia de género, que no podemos pasar este calvario y esta revictimización y este derrotero de horror para encontrar justicia. Demostrémosle a las víctimas que si denuncian van a tener paz, van a tener justicia. Está en manos de los jueces, lo tienen que decidir mañana. Yo espero una justicia digna que esté a la altura y una condena ejemplar y poder irme a mi casa y que este individuo vaya preso. Porque es mi integridad y es el ejemplo que le tienen que dar a también a todas las víctimas de violencia. Si no, no ninguna va a poder denunciar. Necesitamos paz y también justicia. Mi historia no es la mía, es la de todas. Son calcados, son calcadas estas basuras.