El chico de 16 años vivía aterrado, tan aterrado que se orinaba en la cama. Su familia lo había mandado a vivir con su abuelo para cuidarlo porque ya estaba muy grande. Compartía con él una humilde casa del barrio Alto Comedero, a unos cinco kilómetros del centro de la ciudad de San Salvador de Jujuy. Pero el problema no era el hombre mayor, sino su hijo, tío del adolescente, que también vivía allí.

Matías Jurado (37) era violento, alcohólico y tenía problemas con las drogas. Tres veces había estado preso: la primera siendo menor de edad, la segunda en 2017 por robo agravado y la tercera en 2018 por amenazas con arma en ocasión de robo. Había salido en libertad condicional en 2020.

Su familia no quería saber nada de él y terminó en lo de su padre. Pero nada mejoró para nadie. El adolescente y su abuelo quedaron atrapados en una verdadera casa del horror que fue lo que se encontró la Policía jujeña cuando, el miércoles de la semana pasada, allanó el lugar siguiendo la pista de Jorge Omar Anachuri (68), desaparecido el pasado 25 de julio.

Hasta la casa del barrio Alto Comedero (una zona superpoblada de 150 mil habitantes), la Justicia llegó luego de detectar a la víctima subiendo a un taxi con un hombre. Ese hombre era Matías Jurado.

Pero la historia recién estaba comenzando.

En la casa, la Policía encontró sangre, huesos y restos de piel. También, una historia espeluznante: el sobrino del acusado les contó que todos los viernes su tío se iba a la antigua estación terminal (un aguantadero de todo tipo) y volvía con un hombre mayor, que luego desaparecía.

Él, dijo, se iba porque sabía que pasaban “cosas malas”. Pero señaló un terreno donde su tío, al parecer, enterraba las partes descuartizadas de sus “invitados”, todos en situación de calle.

En el lugar, la Policía también encontró indicios de cremaciones. Los vecinos contaron que Jurado andaba todo el día con un machete en la mano.

El sobrino que hizo una declaración corta en Cámara Gesell llegó a asegurar que le había advertido a su familia lo que pasaba, pero nadie quiso creerle. Solo un primo accedió a acompañarlo a la casa de Alto Comedero, pero cuando vio la sangre salió espantado.

Con Jurado detenido, una mujer de la familia se animó a declarar el domingo a la noche el secuestro de otro hombre ocurrido el 1° de enero pasado. Y este segundo caso pudo ser también corroborado por las cámaras de seguridad de la ciudad.

Lo que que sospechan ahora los fiscales es que se podría estar frente a un asesino serial con al menos media docena de víctimas y ningún otro móvil más que el placer de matar.

Este lunes, a las 16, será la audiencia imputativa a cargo del fiscal regional Guillermo Beller y el comienzo de una investigación con final aun incierto.

El Ministerio Público de la Acusación detuvo a Matías Jurado tras allanar la precaria vivienda del barrio Alto Comedero, en la capital de Jujuy.

El fiscal general Sergio Lello Sánchez sostuvo que “los indicios llevan a suponer que son restos humanos” los encontrados en la casa “y los cinco hechos de desaparición tendrían ese patrón común”.

El Centro de Monitoreo de la Policía de Jujuy reconstruyó los trayectos de Jurado a partir de las desapariciones denunciadas. En varias grabaciones se observa a las víctimas siguiendo un patrón común: abordaban un remís con Jurado y eran llevadas hasta su casa. Ninguna fue vista saliendo del lugar.

Las víctimas eran todas personas mayores, en situación de calle o con dificultades sociales.



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