El presidente de Siria, Bashar al Assad, y su familia llegaron a Moscú tras la caída de la capital, Damasco, a manos de las fuerzas rebeldes, informaron agencias rusas de noticias.
Horas antes, el Ministerio de Exteriores de Rusia había asegurado que el presidente sirio abandonó el país y ordenó una transferencia “pacífica” del poder.
“Como resultado de las negociaciones entre Bashar al Assad y varios participantes en el conflicto armado en el territorio de la República Árabe Siria, decidió dejar el cargo presidencial y abandonar el país, dando instrucciones para llevar a cabo la transferencia de poder pacíficamente”, dijo en un comunicado.
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El Kremlin, no obstante, afirmó que no ha participado en estas conversaciones. De igual forma, dijo estar en contacto “con todos los grupos de la oposición siria”.
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“Apoyamos los esfuerzos para establecer un proceso político inclusivo basado en la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad adoptada de forma unánime”, agregó el ministerio.
Moscú también comunicó que las bases militares rusas en el país árabe –la aérea en Hmeimim y la naval en Tartus– “están en alerta máxima”, si bien “por el momento no existe ninguna amenaza grave para su seguridad”.
Las fuerzas rebeldes de Siria, encabezadas por el grupo yihadista Hayat Tahrir al Sham (HTS) y sus facciones aliadas, anunciaron la caída de la capital del país, Damasco, tras una ofensiva relámpago de cerca de una semana que ha provocado el colapso del régimen de Al Assad, en el poder desde hace casi 24 años.
El Kremlin es uno de los principales apoyos internacionales del presidente sirio Bashar al Assad y su intervención militar en 2015 permitió a las fuerzas gubernamentales repeler los avances rebeldes y estabilizar los frentes.
